lunes, 16 de enero de 2017

Silencio: La fe, del lado más íntimo al más político



Para los que somos ateos o agnósticos siempre ha sido difícil entender a los creyentes. Especialmente, cuando sucede una catástrofe, ya sea a un nivel masificado o personal. “¿Cómo puedes creer en un Dios que permite que pase esto? ¿Por qué Dios deja que exista el mal en el mundo?”. He de decir que desde mi lejanía en creencias, nunca he compartido estas preguntas.

Incluso algunos ateos están enfadados con Dios. Esto es una broma: Si crees que Dios no existe, no le puedes pedir nada. Pero estos temas mejor dejémoselos a Woody Allen. Al final, estas preguntas que comento se las hace mucha gente, ya sean creyentes o no. Y, salvo casos que conocemos como milagros, no hay respuesta. De eso va le película de Martín Scorsese. La película se llama “Silencio”.

Me he acercado a este proyecto con una cierta distancia: no quería estar influido o llevar una idea preconcebida. Pero ha sido inevitable y tenía, ya en mente, diversas ideas. Como que la película era larga. Bueno, esto algo objetivo, comparándola con la media de duración de las proyecciones de hoy en día, es algo larga. Otra cosa es que sea pesada o aburrida. A mí me ha enganchado y el cuerpo me pedía más. Un señor de mi derecha roncaba y no le puedo culpar por ello.

Silencio cuenta la historia de dos sacerdotes jesuitas portugueses que viajan a Japón para expandir el cristianismo. Andrew Gardfiel es Sebastiao Rodrigues, el sufrido protagonista y Adam RiverKylo Ren- es Francisco Garrpe, su acompañante. Se narra una etapa histórica en el que Japón, a través de su Inquisidor InoueIssey Ogata – inicia una dura persecución contra los cristianos, a los que no duda en asesinar y torturar.



Esta es la parte histórica del film. Pero el gran tema de la película es la fe, las dudas inevitables que surgen en torno a ella tanto para los que creen como para los que no creen o han creído en algún momento, y las repercusiones que tiene en la sociedad. La historia es interpretable y he llegado a leer opiniones opuestas. Por un lado, que lo que se cuenta puede llegar a generar un resurgimiento de los valores del cristianismo y, por otro, que la religión provoca los peores valores de la humanidad, siendo esta una mera manera de transmitirlos.

Creo que la película no me aburre porque el protagonista no deja de sufrir, y ese hilo de conductor es muy potente. Es complicado desprenderse. Para que me entiendan, es un dolor que no tiene nada que ver con el de Leonardo Di Caprio en "El Renacido". En ese caso, el dolor físico era la unión, en este caso hablamos de un quebranto espiritual que yo no recuerdo en el cine.

Yo no señalaría intencionalidad en Scorsese, más allá del lógico homenaje a aquellas personas que sufrieron. No me parece que se busque recuperar los valores religiosos ni, tampoco, hablar del mal que la fe provoca en el mundo. Busca contar una historia. Historia en la que, por cierto, no debemos perder de vista que los cristianos no dejaban de ser colonizadores que querían imponer su dogma. No justifica esto lo sucedido, pero es necesaria la perspectiva.


No es una película política, todo lo contrario, habla de las creencias desde un punto de vista muy personal. Pero sí me gustaría acabar con esa pincelada. La razón por la que algunos japoneses no querían que el cristianismo se extendiera en su país, es política, para perpetuar su modo de vida y su estructura de sociedad. La religión articula la manera de pensar y, por tanto, el devenir de una cultura y sus gentes. Al final, es una forma de entender el mundo. Esta es la importancia que la religión ha tenido en la historia de la humanidad: su traslado del mundo interior de las personas a la cloaca más sucia de nuestro planeta Tierra