domingo, 27 de enero de 2013

El Mundo: El de Millás o el suyo propio

Cuando comencé este blog dije que iba a hablar de libros. Y lo he hecho menos de lo que me hubiese gustado, he de admitir. No ha sido por falta de lectura, si no por falta de inspiración. Ha habido también mucha actualidad que comentar, mucha. Ya saben que la actualidad manda, y más en un blog periodístico. Sé que he repetido esto muchas veces, pero contar lo que pasa es lo principal para mí. Así que acepten mis disculpas. Hoy lo compensaré hablando de la novela de Juan José Millás: El mundo. Ganadora del premio Planeta en 2007, es una de las más famosas obras de este periodista, y escritor. Debo confesar que a la hora de seleccionarla en el momento de comprarla, me dejé llevar por la inspiración, como es costumbre ya. No había oído hablar de ella. Y no me arrepiento para nada de la elección. Antes de entrar en materia les diré como organizaré la información que yo quiero transmitir a partir de las sensaciones que me ha provocado la lectura. Por un lado, "El mundo" desde el punto de vista de cualquier lector. Por otro lado, "El mundo" desde el punto de vista de alguien que escribe (o al menos lo intenta) o que se dedica a esto de contar historias (un periodista). Como ven, hoy no les hablaré de temas tan trascendetales... o al menos lo intentaré.

Millás es un escritor muy universal. Cuando digo que me parece muy universal, quiero decir que abarca todo. Es más, quiero decir que cualquiera se puede ver identificado, representado o emocionado con lo que él escribe. Y en esta novela más que en ninguna, que a nadie se le escape que se titula "El mundo". Por qué se titula así no se descubre en ningún punto exacto de la novela, es algo que se va asimilando conforme vas leyendo, conforme vas adquiriendo sus experiencias, que las vives como tuyas. Sí mencionaré un hecho muy destacable de la novela, o que a mí al menos me ha llamado la atención. Se trata de "la Calle". De su calle de la infancia. Que puede ser la mía. O la de usted. "La Calle" se va apareciendo a lo largo de la novela, se va apereciendo a lo largo de su vida, ya esté en Madrid o en Nueva York. ¿Qué nos quiere decir con esto? Para mí nos lleva al título. La Calle es el mundo. Es complejo acertar en lo que Millás intenta decir, creo que como los buenos escritores deja la imaginación a su libre albedrío. Desde mi punto de vista, nos quiere decir que no puede escapar de ese lugar. Que siempre le acompañará, que ha sido lo que ha marcado su destino, su vida, que toda percepción de su escritura está marcada por ese pasado. El pasado de Millás no ha sido nada fácil, nos lo relata de un modo autobiográfico-novelesco. Pobreza, enfermedad, pocas perspectivas de futuro, abusos religiosos... Es un retrato de una España.

Les he dicho que esta novela escondía otro punto de vista. El de alguien que escribe. Bien, antes de esto, he de decirles que si nunca han leído a Millas, "El mundo" es una gran novela para comenzar con él. Digo esto porque a lo largo de ella se dan pinceladas explicativas de por qué él ha escrito otras novelas, qué le influyó en su momento a escribirlas. Por tanto, si su caso es el contrario, que se ha leído todo de él, también disfrutará porque muchas cosas le sonarán. Pero sobre todo usted disfrutará mucho si le gusta escribir, lo haya hecho en mayor o menos medida. Reflexiona mucho acerca de la labor del escritor, nos deja grandes frases sobre esta hermosa labor, y dice verdades, que nos pueden gustar o no, pero son ciertas, como que muchas veces si contáramos de dónde viene todo lo que escribimos nos daría vergüenza. También emociona leer como cambió su vida descrubir el mundo de la lectura en primera lugar, claro está, y más tarde se presupone que el de escribir. Por cierto, da algún palo que otro a la gente que hace lo que hago yo ahora mismo, críticas literarias.

Mientras leía "El mundo" se me vino a la cabeza la función metalingüística del lenguaje (cosas que tuvo que estudiar uno). Consistía en hablar del propio lenguaje, por ejemplo, "vivir es un verbo". A mí esta novela me ha parecido que habla de la escritura. Habla de mucho más, evidentemente, ante todo habla de él, de Millás. Llegados a este punto ¿Será Millás la escritura? Igual les suene algo exagerado, pero se trata de un hombre que ha supeditado su vida a este oficio. Se nos presenta el Mundo más universal que nunca... ¿O era la calle?

martes, 22 de enero de 2013

Retrato de un traidor

"El que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil." Voltaire

Retrato de un traidor. O de un farsante, quizás esa es la mejor palabra, farsante. Es imposible ver a Lance Armstrong en esta imagen. Ya nadie ve al...¿Cuántas veces campeón del Tour de Francia? Ya no importa, porque no valen nada. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. A pesar de que este americano se ponga sus mejores galas para contar lo que contó, sigue produciendo la misma tirria. Intenta transmitirnos seguridad, ferocidad. Lo hace con una mirada de lobo que penetra en los corazones de todos sus fans, corazones rotos de dolor al ver a su ídolo caído. Su boca entreabierta nos lleva directamente a su mensaje. Frío, sin nada de arrepentimiento. Nos quiere intimidar. Pero a Lance le traiciona el cuerpo. Su cabeza ladeada indica sumisión. Le hace pequeño, nada amenazador. Está asustado, muy asustado por el fracaso. Él sabe que queda expuesto al mundo. Que ahora él ya no tiene el mando, que somos nosotros los que decidiremos en qué lugar queda para la historia. Retrato de un traidor.

Lance Armstrong se ha dopado. Él mismo lo reconoció en esta dura entrevista de la semana pasada. Lejos está mi intención de hacer un juicio a Armsntrong. Ya tendrá suficientes de aquí hasta que muera. Tampoco quiero hacer un análisis de por qué el ciclismo ha llegado a esto (bien podría, alguien debe hacerlo). Quiero centrarme en el ídolo que ya no lo es. La leyenda que deja de serlo. El referente que se cae, como los cimientos de un edificio viejo. Para aquél que no lo entienda, descubrir que Armstrong es un farsante estaría al nivel de que en sus respectivos deportes lo fueran Maradona, Pelé, Michael Jordan, Bolt, Phelps... En definitiva, deportistas que han hecho llegar a su modalidad a lo más alto, que han servido de espejo para los que empiezan, y que han ocupado el corazón de la gente duante mucho tiempo.

¿Hasta qué punto un hecho así puede afectar? ¿Hasta qué punto esto es bueno o malo? ¿Debe haber gente intocable? No puedo evitar caer en un concepto: Tótem. "Un tótem es un objeto, ser o animal natural que en las mitologías de algunas culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo, y puede incluir una diversidad de atributos y significados." El tótem es el principio y el origen, algo sagrado e inviolable. Se nos puede quedar algo lejano ya que procede principalmente de la cultura oriental. En Occidente siempre nos ha puesto más eso de derribar mitos (con razón o no). Cuando me enteré de la confesión del hasta ahora, mejor ciclista de la historia, no pude evitar acordarme de un relato.

De algo tiene que haber servido ver hata la saciedad los capítilos de Los Simpsons. Uno ya es perro viejo y hay cosas que quedan grabadas. Jebediah Springfield fue el fundador de la ciudad que lleva su nombre, el pueblo de Los Simpsons. En un capítulo, Lisa descubre que en realiad el adorado por todos se trata de un farsante, un pirata y un asesino en realidad. Cuando Lisa intenta destapar la verdad se ve ante mil dificultades. Ya sea a modo de un pueblo que no escucha, porque no puede admitir que su referente sea un impostor, o de censuradores, que podrían recordar a los tramposos de las tramas de dopaje en el ciclismo. Al final, Lisa consigue pruebas que no admiten dudas, y se dispone a contar la verdad el mismo día del homenaje a Jebediah. Sin embargo, no es capaz de hacerlo. No puede mirar a los ojos a toda esa gente, y romperles el alma. Probablemente de haberlo hecho hubiese descorazonado a todo un pueblo. "Jebediah Springfield fue genial... solo quería deciros que he investigado mucho y que fue... genial" A continuación el pueblo enloquece y sigue la fiesta. Una fiesta falsa en su origen, pero a nadie parece importarle. Todos son felices. 

Lance Armstrong no fue genial. Es traidor e imbécil, porque revela su secreto y el de otros. También es un mentiroso, ya que había negado su inocencia. Además de extorsionador, por sus presiones al resto del pelotón. No nos engañemos, por desgracia, en este caso la mentira no podía ser eterna. Porque el ciclismo sigue, o eso queremos. Buscarle un futuro a este deporte es lo que hace que no podamos caer en engaños colectivos, como en el ejemplo de Los Simpsons. Es un tótem que cae, con todas sus consecuencias. Que sea el fin de una era.

viernes, 18 de enero de 2013

Anatomía de un instante

Anatomía de un instante es una novela de Javier Cercas, de la que no voy a hablar. No voy a hablar de ella porque no la he leído, basicamente. Pero con permiso voy a tomarle prestado el título de su obra a este laureado escritor español, porque me viene al pelo. Si algo he aprendido de otro gran escritor - y periodista, ojo - español, llamado Juan José Millás, es que hay novelas, libros, o artículos "que forman parte de un plan, y otros que se cruzan violentamente en tu existencia". Como se podrán imaginar, este artículo me arrolló sin miramientos. Y lo hizo en clase, a una hora intempestiva, en la que yo no esperaba inspiraciones o golpes emocionales así. Imagínenselo, tuve que empezar a apuntar cosas como un loco. Fue en clase de Antropología Social, en concreto nos encontrábamos despedazando - despedazando totalmente - el cuento infantil Caperucita Roja. Digamos que lo pusimos patas arriba, lo analizamos por completo, buscamos significados, intentamos buscar hasta el porqué del gorro rojo. Esta clase me abrió los ojos, pero aún no diré por qué. Antes contaré unas historias.

Así, en mitad de la clase, se me vino a la cabeza un hombre, bueno, todo un maestro: Jorge Luis Borges. Para aquél que no le haya leído, este escritor argentino es todo un universo, una filosofía. En el momento en el que nos encontrábamos dando distintas versiones de lo que era Caperucita Roja, yo me acordé de algo que le había leído a él. Fue en su libro Historia de la eternidad, y en concreto recordé su especial admiración e investigación por esa obra tan famosa y conocida por todos como es Las mil y una noches. En ese despertar mañanero en el que me encontraba visualicé perfectamente a los traductores de esta obra, de los que Borges hablaba en su libro. Pongo en antecedentes. Como tantas otras, Las mil y una noches, ha sido traducida en más de una ocasión, y esto hace muchos años significaba cambiar interpretaciones, censurar cosas, o añadir otras. Borges nos lo cuenta. 


Por un lado tenemos al Capitán Burton, al que se le debe la primera traducción integral al inglés de esta obra, y que contenía matices eróticos. Por otra parte, encontramos al doctor Mardrus, es el que realiza la traducción del árabe inicial al francés, y se le reconoce como el traductor más veraz, eliminando la censura anterior llevada acabo por cuestiones morales."Mardrus aumenta la parte humana, es decir, la pasión, los refinamientos, el dolor" (...) "Sus noches son todo un mundo, son todo el Oriente, con sus fantasías exhuberantes..." Y por último la de Enno Littmann, cuya traducción es de una franqueza total. No lo retraen las obsecenidades más inefables. No omite una palabra. Estos son los principales, pero podemos encontrar una anterior en francés de Antoine Galland, texto expurgado de adulterios y hechos de sangre. Ah, ¿Qué no se sitúan en lo que les quiero comunicar? Esperen.

"A Borges le fascinaba comparar las diferentes traducciones del libro y descubrir cómo los traductores habían añadido o quitado a su antojo"

Una de las formas que tiene de contar las cosas Millás es a través de los articuentos. Este escritor se vale de todo para retratar la realidad, de cualquier aspecto de su vida, de lo que vea o de lo que oiga. Se puede comprobar en su libro El Mundo, del que hablaré más adelante, en un artículo propio. Pero cuenta su vida, simplemente eso, pero de una forma única, ¿Novelizada? Puede, pero no todo el mundo es capaz de ser consciente de ciertas cosas, él sí. Saben, creo que lo que hace Millás no dista en absoluto de lo de Borges, o de mi clase de Antropología. Ya sea desde el punto de vista de un escritor o de un periodista, el objetivo es contar, es explicar, es hacer ver al otro, lo que solamente tú puedes ver. Y que a nadie le sorprenda, porque siempre ha sido así. El mundo ha necesito de parábolas, cuentos, fábulas para seguir adelante, para poder comprender. Y se ha necesito gente que los cuente, y claro, no es lo mismo que te lo contara Aristóteles, que un juglar, que te lo contara Borges, o Millás. He puesto el ejemplo de Las mil y una noches porque me parece clave, ya que pocas obras han tenido tanta trascendencia en nuestra historia, sin embargo, investigando nos econtramos ejemplares totalmente diferentes. Igual que con Caperucita. He aquí la importancia del escritor, del periodista, del contador de historias al fin y al cabo.

Anatomía de un instante. Volvemos al principio, que es el final. Mi instante, ese momente de lúcida revelación. No voy a engañar a nadie, en ese momento aprendí algo mucho más importante que lo que se puede deducir hasta ahora. Podría decir que he aprendido lo importante que es para un periodista el plantearse todo, el buscar respuestas, el estar atento incluso al vuelo de una mosca, la responsabilidad que adquiere en el devenir de la sociedad. Pero no, yo esto ya lo sabía y simplemente lo comprobé en ese instante. Instante. Les pondré las palabras de un hombre que ha sido noticia esta semana -yo esto no lo tenía planeado, lo prometo- y que explica a la perfección lo que sentí yo, se trata del nuevo entrenador del Bayern de Munich, Pep Guardiola: 
"Quiero mi oficio, tengo pasión por mi oficio, creedme, lo adoro" (...) "Al final, todo se reduce a instantes, en cada una de nuestras profesiones, de nuestros oficios, todo acaba en un instante" (...) "Llega un momento fantástico, que da sentido a mi profesión".

 
Con estas palabras el técnico catalán explicaba que él era entrenador por ese momento, el suyo particular, en el que encerrándose en su despacho del Camp Nou, recibía una inspiración, y sabía cómo ganar el partido. Yo descubrí el mío. Tras muchos artículos en los que tuve que repensar mil cosas, tuve la revelación. Y ese momento es impresionante para cualquiera que escriba, se me vino este artículo de arriba a abajo. Comprendí que por ese momento, por ese instante, esto merecía la pena. Esta es la anatomía de un instante.

lunes, 14 de enero de 2013

Matices sobre Dios


"Primo, ¿El niño Jesús... es el Dios?" podría haber empezado este artículo con multitud de citas de científicos, intelectuales, pensadores, escritores, artistas, cómicos o personalidades de nuestro mundo sobre la figura de Dios. Pero he aprendido que desde lo más íntimo e insignificante en la mayoría de ocasiones uno llega a ser, paradójicamente, el más universal. Esa pregunta me la hizo mi primo pequeño estas Navidades tras encontrarse en un balcón una tela que rezaba - y nunca mejor dicho - "Dios ha nacido" acompañado de una imagen del niño Jesús. Y claro, esto a un niño de seis años que sus conocimientos religiosos son limitados o nulos, le deja totalmente paralizado. "¿Entonces Jesús quién es? ¿Su hijo? ¿Y qué pasa con José?" Intenté explicarle el concepto de la Santísima Trinidad, pero desistí en el momento que, tras explicarle lo que era el Espíritu Santo, representado con una paloma, el crío se echó a reir de tal forma que acabó orinándose encima.

He de decir que pese a que no entendió absolutamente nada, prefiero esta versión mía, muy caricaturizada, a otras. Para nadie es sorpresa que antaño, religión era igual a miedo. Miedo, y esto nos debe causar sorpresa, porque la gente antigua vivía en el propio miedo, y que lograsen inculcarles más es sorprende, y vomitivo en mi opinión. Hablo de no tener nada, absolutamente nada, una miseria bestial, y a pesar de eso, dar gracias a Dios. Sin embargo, no quiero entrar a fondo en un tema tan frondoso, ya que daría para muchos a artículos, dejándolo solamente en uno el tema se quedaría muy indocumentado. Así que prefiero hablar de experiencias, como la anterior, de impresiones, de recuerdos, de detalles a primera vista no muy visibles, maticemos a Dios.

Cuando uno habla de religión lo hace con bastante conocimiento de causa. Por suerte o por desgracia, muchos años en un colegio católico dan para mucho. Probablemente si hoy pudiese observar todo aquello desde arriba, sin participar en los hechos, viéndome a mí, allí sentado, podría analizar más aspectos. Pero tengo lo que tengo, y con ello voy. Yo no conozco la vida sin esta religión católica occidental, es decir, desde que tengo conciencia sé (bueno, me contaron) que existe un Dios, con su hijo llamado Jesús, nacido de la Virgen María. Hasta ahí bien, y supongo que el resto de conocimientos vinieron a través de infumables clases de religión, misas etc. Misas. Mis recuerdon de ellas son de que a veces nos gustaban porque nos perdíamos clase, pero claro, si eran a las ocho de la mañana aguantar despierto era un premio. Y había que cantar. Pero bueno, esto es algo que con el tiempo se diluía, y conforme crecías ibas haciendo lo que te daba la gana, como hacer gestos obscenos en mitad de los cánticos. De vez en cuando tocaba confesarse. Sin duda eso era lo peor. Yo no tenía ni idea de qué contarle a aquél extraño que me esperaba en un cuarto aparte, todo envuelto en un misterio terrible, y al que yo le tenía que decir unas palabras mágicas, a modo de contraseña "Ave María purísima" a lo que él respondía "Sin pecado concebida".

Yo no tenía pecados. O no era consciente, francamente, me daba igual tenerlos. Así que me inventaba cualquier chorrada para salir del paso. Era un ejercicio de imaginación importante. Podría contar mil anécdotas, pero tampoco quiero aburrir a nadie. Una de las imágenes que tengo para siempre es al cura de siempre, dándonos la misa que no nos había dado nunca el día de nuestra orla. Soporífera, puro mitín político, vendiéndonos su bachiller, en su colegio de curas. Y la instantánea siguiente que tengo es a mí y a mis amigos sentados y mirando al horizonte mientras el resto comulgaban allí por última vez. Es gracioso, siempre he pensado que la religión me iba a acompañar de una forma u otra en mi vida. En cuanto salí de allí, comencé a escuchar la COPE. Nadie me entendía, no me pegaba. Pero bueno, ese es otro tema.

Me mojaré, aunque creo que a estas alturas todos adivinarán que no creo en Dios. Me considero agnóstico, porque no le necesito en mi vida y no sé decir si existe o no. Pero tengo un gran respeto a la religión y me explico. Un movimiento que mueve a tanta gente tiene que tener algo. Se han cometido atrocidades por este tema. Se han hecho cosas preciosas, también. Tenemos desde horribles seres humanos que han convertido la Palabra de Dios en un arma de guerra, hasta humildes y desconocidos héroes, que en nombre de Dios han ayudado desinteresadamente, y para mí si alguien ayuda, no es de recibo que nadie le pregunte el porqué. Además, creo que está claro que Dios de una forma u otra ha penetrado en nuestra sociedad. No sé si Dios nos habrá creado, pero desde luego nosotros le hemos creado a él. Y le creamos todos los días, cada vez que decimos un "Me cago en Dios" o un "Gracias a Dios". En nuestro lenguaje, y en nuestra organización estructural a base de fiestas, o algo tan simple y tan verdadero como que contamos los años desde el nacimiento de Jesús de Nazaret. 

¿El futuro de la religión? Pues deberá seguir el que sus seguidores quieran que sea. Ojalá algún día acabe ese proceso político-religioso que tantos males provocó y que pese a la separación Iglesia-Estado actual hoy pervive a modo de vicio en los altos dirigentes. Las iglesias se vacían, ya no hay miedo. Volvemos a tiempos malos, pero ahora ya es muy difícil asustar a nadie. Y con ciertos mensajes que se envían desde los altos mandos, lo único que se consigue es perder adeptos. Si yo fuera responsable de comunicación de la Conferencia Episcopal, impediría a más de uno salir en los medios. Me iría a los barrios, a los suburbios, y acercaría a la gente a esa gente que basa su vida en Dios, haciendo el bien. A la que da comida a su alumno que no tiene casi nada, la que enseña en el colegio y se queda toda la tarde ayudando a chavales a tocar la flauta. Con esa Iglesia, otro gallo cantaría.

martes, 8 de enero de 2013

No hay más ciego que el que no quiere ver

Hoy no me apetece ver. O igual es que he visto demasido por hoy. El caso es que voy a hacer un ejercicio de total irresponsabilidad y me voy a saltar cualquier pensamiento malintencionado que me venga a la cabeza, y se lo voy a ahorrar a ustedes. Hoy me apetece ponerme en el lugar del despreocuado, del pasota, del que nada le atañe ni le importa demasiado -en efecto, queda gente así, aunque no se lo crean-. He estado a punto de escribir ahora algo en contra de esa gente, pero hoy no veo, casi meto la mata. Dicen que la gente que llevamos gafas tenemos la capacidad de desconectar en cuanto nos las quitamos. Eso he hecho yo, escribo esto sin ningún intermediario que se lleve comisión entre mis ojos y la pantalla -quedaría bonito decir papel eh- por la información que estoy intentando plasmar. Me acuerdo de la anécdota de Juan José Millás en la que de pequeño creía, pobre iluso, que si él cerraba los ojos durante un período de tiempo, un niño ciego de su calle, recuperaría la vista. Bueno, quizá ahora mismo yo, acuérdense, un ciego voluntario de la realidad, esté pasando a otro mis habituales comeduras de cabeza sobre todo lo que nos rodea a él y a mí. Pido perdón a ese expasota ahora medio loco, será solo un ratito.


Como buen despreocupado no tengo ni idea de lo que está pasando con la sanidad española. Un día me pareció escuchar en un telediario que fuimos un ejemplo en ese aspecto. Pero yo no me lo trago, veo complicado que seamos ejemplo de nada en algo que no sea fútbol. No me negarán que en eso somos la leche. Y me cansa que usted me tenga que decir que yo no tengo derecho a disfrutar de ese aspecto tan bueno de nuestra colectividad. Usted me dice que tengo que salir a la calle a protestar ¡Cómo si con cuatro gritos fuésemos a conseguir algo! En fin. Que parece que hay movida en los hospitales. Parece que la gente está mosqueada de verdad, en especial los médicos, médicas, enfermeros, enfermeras y claro, los pacientes. ¿Pero yo qué puedo hacer? De todas formas, mi familia de momento está sana, no hay nada de qué preocuparse. En toda mi vida habré ido al hospital cuatro o cinco veces, y muchas para visitar pacientes. No es para tanto.


Algunos amigos míos dicen que debería interesarme por la política. Pero no quiero saber nada de ese tema. Yo soy apolítico, que es el futuro. Las ideologías solo han traído peleas, enfrentamientos entre amigos y entre hermanos. En las últimas elecciones puse en la papeleta un claro: "IROS TODOS A TOMAR POR CULO, LADRONES". Total, ni idea de qué hará el PSOE o el PP. Bueno sí, lo mismo, son lo mismo. Y a los demás partidos nos les vota nadie, no merece la pena tirar el voto. Mucho mejor mi conciso mensaje. Así que ni idea de eso que está pasando en China, que dicen que allí hay comunismo, y que además hay censura a la prensa. La prensa, esa que no para de inventarse noticias, en especial contra mi Madrid y contra Mou. Ni idea de si el comunismo ese será de derechas o de izquierdas, pero si amordazan a los periolistos por mí genial. 

Y así podría seguir por los restos. Afortunadamente -o no- ya me he puesto las gaffas. Y ya recupero mi visión normal. Igual a alguien le parece que he exagerado durante mi proceso de cegación, pero me he limitado a dejarme llevar por el instinto más básico. ¿No creen que lo hace mucha gente? Y ya no solo con temas "trascendatales" si no con casi cualquier aspecto de su o nuestra vida. Que al menos esto sirva de ejercicio para ver como todo puede tener perspectivas, que nadie ve lo mismo, porque el que está arriba tiene una visión muy distinta que del que está abajo. El que está arriba verá algo si le da por asomarse, y si se asoma igual escupe en la calva del de abajo. El pobre de abajo si quiere algo tendrá que alzar la cabeza y cegarse por la luz cegadora que le impide avanzar con la facilidad que él desearía -además, imaginénse la cara que pone cuando nota el escupitajo-. "Todo depende del cristal con el que se mira" sería el dicho que mejor sinterizaría todo este texto. Yo hoy ni siquiera he tenido cristal. No podía ver. No hay más ciego que el que no quiere ver, pero siempre tocará ponerse las gafas al final. Y con mi cristal ya lo veo todo como siempre. En mis gafas pone " I love you". Esa es mi perspectiva.

miércoles, 2 de enero de 2013

Genios

Es posible que lo más cortés por mi parte fuese desear un Feliz Año 2013 a todo aquél que lea esta entrada, pero ya que no despedí el 2012, haremos que parezca un accidente. No soy muy dado a cambiar de mentalidad con la entrada del nuevo año, yo casi ni lo noto, y me cuesta hacer nuevos propósitos o desear cosas que no deseaba hace apenas unos días. Haré una excepción, queden todos iluminados por lo que usteden quieran que les ilumine. Espero que lo tengan claro, porque yo no tanto. Es algo que me preocupa, qué o quiénes nos deben iluminar ahora que está todo tan oscuro. Qué mentes serán las que adquieran la terrible responsabilidad de ser gurús de una sociedad que necesita un pastor por su condición de rebaño. ¿Quiénes serán los genios del siglo XXI?

Echando la vista atrás todos podemos coincidir y señalar con facilidad unos cuantos humanos que han hecho de esta existencia un poco más atractiva, o que su obra, su trabajo o su legado han permitido un punto de inflexión en la historia. La Historia. Esa que dicta sentencia, que pone buenos y malos. Esa Historia tan injusta a veces, escrita por los ganadores. ¿Se habrán quedado muchos genios perdedores por el camino? Queramos o no, estamos muy marcados por la cultura occidental, y a la larga puede haber sido un lastre. Por otro lado, ¿Se han fijado en la evolución de estas mentes?¿Se han parado a pensar con qué gran personalidad se quedarían del siglo XX?. Si a muchos de ustedes se les ha venido Hitler a la cabeza, tenemos un problema, y gordo. Me acuerdo de una frase de Al Pacino en "Pactar con el diablo" -película infumable salvada por el discurso final de este genio- en la que, hablando en boca del mismo Satanás, afirma: "¿Quién puede negarme que el siglo XX ha sido mío por completo? ¡Todo mío!"

Como ven, tengo más preguntas que respuestas, y es que este artículo busca más la reflexión que otra cosa. Y ahí va la pregunta clave, la que nos debe preocupar a todos los que tenemos hoy por hoy los pies en este mundo... ¿Estamos creando un enterno favorable para que los posibles genios desarrollen lo que tienen que hacer? Pues, probablemente no. Ninguno somos ajenos a que lo que prima para los que mandan es el hoy, el hoy, y la prima de riesgo. ¿Cuántas investigaciones científicas se quedarán a medias a partir de ya? ¿Cuántos futuros geniales escritores no aprenderán si quiera a escribir? y lo peor de todo ¿Cuántos genios se han perdido y se perderán en todo lo que no es el mundo occidental, y además nos da exactamente igual?. Piénselo un instante. No sigan inmediatamente al último párrafo.

Da miedo eh. Bueno, pues voy a darles una buena notícia. La historia siempre ha tratado mal a los genios. O me dirán ustedes que el que se quedaba en la cueva pintando hace millones de años disponía de los medios adecuados. Hizo lo que tuvo que hacer, a pesar de que tendría algún Wert por ahí. Los genios han sido maltratados, tachados de locos, injuriados, y a pesar de ello siempre han hecho grandes cosas. Yo confío en lo que tenemos ahora. No sé quiénes marcarán los tiempos que nos toca vivir, pero sin duda tienen una tarea importante por delante. Solo espero que cuando me encuentre alguno, sea yo lo suficientemente lúcido para reconocerlo. Hay que tener cuidado, los falsos profetas abundan.