sábado, 14 de septiembre de 2013

El "punto ciego" de El Padrino

En una reciente entrevista al escritor Javier Cercas por su novela "Las leyes de la frontera" comentaba un elemento que incluía siempre en todas sus obras, y que me pareció de lo más interesante. Se trata de un punto ciego, y me entusiasmó de sobremanera. Para que no exista dudas de qué es exactamente dicho punto, incluyo un fragmento de una entrevista a Cercas donde lo explica:  

Usted tiene una teoría, la del punto ciego. ¿De qué se trata?“Esto es una idea que había empezado a elaborar hace tiempo y llevo mucho tiempo dándole vueltas y que parte de mi experiencia personal. Hoy estaba desayunando con Vargas Llosa y me volvió a preguntar y creo que voy a escribir un libro o ensayo sobre el asunto. Porque en parte empecé a formularlo cuando escribí un ensayo sobre La ciudad y los perros. La idea es que en toda gran novela hay un punto ciego, es decir, un punto a través del cual no se ve nada, pero ese no ver nada es precisamente el modo que la novela tiene de ver. Ese silencio es lo que hace elocuente a la novela”.

¿Un ejemplo?“El primer gran punto ciego está en El Quijote, es decir, don quijote está totalmente loco, de sanatorio, enfermo, pero al mismo tiempo es el hombre más lúcido y con la cabeza más clara del universo. Eso es un punto ciego. Esa es una ambigüedad esencial que no puede resolverse y en la cual radica el corazón de la novela. Toda novela parte de una pregunta. La novela es la búsqueda de una respuesta a esa pregunta y cuando llegamos al final del libro, no hay respuesta. La respuesta es la propia pregunta, el propio libro, la propia búsqueda de una respuesta. Las novelas no ofrecen respuestas claras, inequívocas, taxativas, como si ofrece la ciencia, la historia, el periodismo. El ejemplo más claro es el de Kafka. De qué acusan a K. No lo sabemos y ese es corazón de El Proceso. Todo lo que la novela tiene que decir está ahí y no lo sabemos”. 


En mi opinión, es muy importante lo que se ha comentado aquí. Como de costumbre, al leer y comprender este concepto, mi mente voló hacia la mayor obra que conozco, aunque saltemos de la escritura al cine: El Padrino. De pronto, comprendí que es posible que las películas de Francis Ford Coppola contasen también con el famoso punto. En especial la segunda parte, quizás la más compleja de las tres, y por tanto la que más recompensa en cuanto a satisfacción para quien la ve y la entiende y disfruta con lo que se quiere contar.

La película que se estrenaba en el año 1974 rompiendo para siempre con el dicho de que las segundas partes nunca fueron buenas, es una de las obras más oscuras del cine. Es posible que su grandeza radique en que es de difícil comprensión. No es difícil porque la narración tenga fallos, al revés, se trata de una película contada de la mejor forma imaginable. A pesar de su duración se tiene la sensación de que no sobra ni una sola escena.

Como todo en esta trilogia, el hecho del punto ciego gira en torno a Michael Corleone. En el momento mismo de reflexionar sobre lo que supone esta teoría a la hora de la elaboración de una historia, poco importa que sea en una disciplina u en otra, se me vino a la mente el argumento de El Padrino II. Antes de nada, es necesario decir que a partir de este momento se comentarán partes de la película. Lo digo para no destriparla a nadie. En fin, el caso es que tirotean a Michael en su casa, donde duerme su mujer, donde sus hijos entran y salen continuamente, y el punto ciego nos atrapa. No entendemos nada, no sabemos qué planea, no sabemos a ciencia cierta de quien sospecha y de quien no.

Es posible que esta teoría sea la causante de ese dicho tan común de "veo El Padrino por vigésima vez y todavía descubro detalles nuevos". Y es que se produce ese hecho inequívoco que consiste en que el director no quiere darnos toda la información. Es posible que ni siquiera él sepa lo que ocurre en su película, que quiere que la ambigüedad se apodere de la acción y que sea un público inteligente el que dé respuesta a los hechos.

He aquí algo clave, dar respuesta. El autor (director) formula preguntas y el publico intenta resolverlas. Sin esta dualidad la literatura no podría existir. Ni el cine ni ningún elemento que pretenda ser narrativo. Y a veces no hay respuestas, pero en la vida hay muchas ocasiones en las que es fundamental a la vez que muy enriquecedor reflexionar sobre algo, aún a sabienda de que es la pescadilla que se muerde la cola. No hay solución, no hay final. El cine que nos propone Coppola es así.

No sé cuantas veces habré visto El Padrino II, y sin embargo ¿Quién entiende por completo lo que sucede en gran parte de la trama? ¿Quién ha traicionado a quién? ¿Qué pretende Michael cuando se dirige a Hyman Roth y a Pentangelli, sospechosos los dos de traición, y les dice exactamente lo mismo? ¿En qué momento se da cuenta del inocente? No me avergüenza afirmar que son preguntas a las que aún me cuesta responder del todo cuando veo la película, aunque uno se haga a la idea. Y creo que esto es por el gran punto ciego que supone Michael.

Michael Corleone es un hombre poderoso, inteligente, que lo tiene todo como para decir "llego hasta aquí, voy a dejar este negocio y a dejar a mi familia en una buena posición", y hace todo lo contrario. Como ya dije en otra entrada, su ambigüedad radica aquí, en que no le entendemos a él, y que muchas veces tampoco nos entendemos a nosotros como espectadores a la hora de ver la película. Solo con el punto ciego podemos entender nuestra posición extraña, en la que sentimos una cierta complicidad.

La paradoja es que un hombre tan malvado, un asesino que es capaz de mandar matar a sangre fría a su hermano, haga todo precisamente por salvar a su familia. Es el momento en el que la película no nos permite ver nada, y sin embargo lo vemos todo. Comprendemos cada uno de los sentimientos de Michael gracias a la narración magnífica de los guionistas, y al ser cine, con un enfoque que es inmejorable. La trilogía nos plantea muchas preguntas que hacen temblar los cimientos de nuesta moral y nuestro pensamiento, pero llegamos al final y no obtenemos respuesta, no hay solución, todo está perdido. No encontramos nada claro, pero creemos que lo sabemos todo. El Padrino es la vida.


1 comentario:

  1. Amin Maalouf en su novela "Los desorientados" dice: Me apresuro a añadir que esa noción de blind spot no se me ha ocurrido a mí. Hace mucho que la mencionan historiadores, psicólogos y sociólogos [...] todas las épocas tienen sus puntos ciegos, y la nuestra no es una excepción. Hay aspectos de la realidad que no somos capaces de ver, y es inevitable que dentro de unos años nos digamos todos y cada uno: "Pero ¿cómo no pude ver eso?" Alianza 2012. pp. 162-163

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