jueves, 12 de septiembre de 2013

Periodismo, exigencias y gratificaciones

A pesar de ser el título de este artículo más propio de una asignatura pesada y pomposa de lo que nos hacen estudiar en la carrera, que nadie tema que no van por ahí los tiros. Se trata de una reflexión de alguien que asoma la cabeza por este mundo, en el de los medios, y que se asusta ante ciertas actitudes. Ojo, uno se asusta pero no se sorprende, ya que es por todos sabido lo que hay en el mercado laboral, en este oficio u en otro. Por tanto, el único fin de quien escribe es contar ciertas actitudes, más bien, hechos que ocurren y son hechos del periodismo. Más que nada, para que se tenga un poco de consideración con los profesionales, aunque no se tenga con la derivación de la profesión.

Cuando un joven o una joven periodista, o estudiante aún, consigue poder realizar una labor en un medio, debe tener unas cuantas cosas claras. Por supuesto, tendrá que pasar mucho tiempo para que se lleve una remuneración por su trabajo. Esto pasa en los medios tradicionales, en los que se abusa hasta el extremo de becarios, pero en especial es destacado este acontencimiento en los medios surgidos en Internet. Antes de nada, diré la parte positiva del asunto: Estos medios dan una oportunidad de desarrollar la labor periodística, por lo que en un momento de crisis es clave.

En estas páginas web en las que se trata de hacer periodismo digital, existe una doble moral muy peligrosa. Por un lado, se intenta hacer un trabajo de calidad  y también incorporarse al mercado como un medio más, que ofrece unas posibilidades muy buenas a la audiencia. Pero por otro lado se cometen errores de bulto en proyectos que intentan ser profesionales. Al parecer,  el dotar de contenido a una web no tiene ningún valor, no merece ser recompensado como todo el mundo entendería que debe serlo si se rellena una hoja de papel.

Alguno pensará que qué derecho tiene un estudiante de nada exigir un salario, que ya tendrá tiempo. Ahí está el primer error, en asumir que solamente un joven puede ocupar el lugar de redactor de un medio digital, cuando para nada es así y muchos profesionales en paro acaban por dar con estos lugares en los que desempeñar su labor... sin recompensa alguna. Ah, y los jóvenes también tienen derecho a cobrar. Todo el mundo está al tanto de la bestial crisis publicitaria que deja muy lejos que cualquier plataforma se financie, pero es de ingenuos pensar que el pastel, ya sea más grande o más pequeño, es repartido por igual para todos.

Además, cabe añadir un hecho. La exigencia de unos conocimientos que no te los propociona nadie. Ni la enseñanza estudiantil, ni el propio medio. Da la sensación de que uno debe estar más pendiente de la informática, de saber cómo colgar un foto, es decir, de todo menos de lo que debería ser lo más importante, lo que escribe, la labor del periodista. Al final, la situación es la de siempre. No existe una apuesta firme por parte de la empresa de un proyecto serio y motivante, ya que hay que ser ingenuo para pensar que el periodismo saldrá a flote con esta precariedad. Solo cabe esperar que los creyentes del periodismo no pierdan la fe, porque ese día todo estará perdido.

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