martes, 12 de marzo de 2013

Sobre dictadores, dictaduras, y derivados

Hoy trataré uno de mis temas bandera, preferidos, de los que al menos en mi entorno más cercano se comenta largo y tendido, sin llegar a una conclusión clara, y un tema que en mi profesión (la que estudio, al menos) no termina de quedar claro. Y si no queda lo suficientemente nítido para los lectores es debido a que los que son encargados de difundirlo (periodistas, para más inri) lo tratan de una forma un tanto pasional, sin pararse un momento a mirar si la razón está de su parte, o no. Me refiero a catalogar a un líder político de dictador, o de no hacerlo. Es un debate que viene a coalición con la muerte del... ¿dictador?...¿revolucionario?... no me meteré en líos, del venezolano, Hugo Chávez. Su fallecimiento ha dado para un análisis periodístico buenísimo acerca de cómo emplear el lenguaje en función de los intereses propios. Aunque, es necesario decirlo, en la prensa española no se ha dudado de casi todos los diarios generalistas de tildar a Chávez como "caudillo".


Antes de nada, me gustaría dejar a un lado la opinión y centrarnos en interpretar. Y lo primero que quiero señalar es que es posible que exista esta confusión por la ambigüedad que nos ofrece el diccionario en su definición de dictador: 1. m. y f. En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica.2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás. 3. m. Entre los antiguos romanos, magistrado supremo y temporal que uno de los cónsules nombraba por acuerdo del Senado en tiempos de peligro para la república, confiriéndole poderes extraordinarios. Teniendo en cuenta la primera definición, no solucionamos mucho, dense cuenta...¿Cómo recibe esos poderes políticos? He ahí el quid de la cuestión, y la RAE no nos la soluciona. Después, la segunda definición deja un abanico de posibilidades demasiado amplio, y la tercera es simplemente un apunte histórico. Así, no debe ser una sorpresa que en el ámbito periodístico se abuse de este vacío de poder (y eso que estamos hablando de dictadores) y el término sea tratado como venga en gana, en función de ideologías, que nada debería tener que ver.

¿Fue Hugo Chávez un dictador? ¿Lo es Fidel Castro? Algunos me dirán que sí, que cómo puedo siquiera preguntarlo. Otros me dirán que no, que son héroes, que cómo puedo siquiera preguntarlo. Bueno, mi oficio es preguntar. Y también intentar responder algunas de éstas preguntas. Veamos, a mí me cuesta dar legitimidad a un gobierno, a un líder, que no ha sido elegido por sus ciudadanos. Por muy noble que sea su empresa, no creo en el todo vale. Según esta premisa, Castro es un dictador, Chávez no (por mucho que se empeñen algunos, no se puede demostrar que haya ningún amaño electoral). Ahora bien, debemos tener unas cuantas cosas, en relación al líder de la revolución bolivariana. Quizás su llegada al poder no ha sido a través de la violencia, pero una vez en el cargo, sus prácticas han sido más propias de una dictadura a la vieja usanza que otra cosa. Me refiero a sus prácticas caciquiles, a su división del pueblo de Venezuela, y a su terrible censura periodística (hoy tenemos la noticia del cierre del último medio opositor al chavismo).



Por tanto, en este ambiente, es lógico que Hugo Chávez ganara tantas elecciones consecutivamente. Es posible que no sea una dictadura, su régimen, pero tampoco un democracia al uso. ¿Y lo nuestro es una democracia al uso? Me contestarán algunos. Pienso que "lo nuestro" es una democracia con tantos fallos que sería imposible enumerarlos, pero una democracia, por desgracia en España sabemos bien lo que sí es una dictadura. Para ir acabando, ya que tampoco quiero soltar una parrafada, comentar dos actitudes que me provocan una especial rabia, para mí no son justificables. La primera viene en relación a esto último. Sí, personas, que solo porque las cosas van mal, se les llena la boca para hablar de dictaduras, cuando no tienen ni idea de lo que puede ser sufrir una de ellas. La segunda tiene que ver con las ideologías. Basta ya, sobretodo entre gente profesional, de usarlas como trampolín para calificar a alguien de dictador, o de no hacerlo. "Si es socialista, no puede ser una dictadura", he llegado a escuchar. Y si es un problema de lenguaje, tiene fácil solución, se buscan nuevas acepciones, para hablar de democracias imperfectas, de dictaduras de carácter sociliasta, o de repúblicas baneneras. Y que hablar sobre dictadores, dictaduras, y derivados, no sea tan complejo. En los derivados está la clave.

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