lunes, 15 de abril de 2013

Lo entendible y lo justificable

Entramos en terreno fangoso. Nos metemos en camisas de once varas. Esas expresiones y otras muchas son las que podemos usar cuando tratamos un tema que concierne a la moralidad humana. Lo que está bien y lo que no. Lo que la sociedad considera adecuado, lo aprueba, lo ve como algo realizable y aprobable, e incluso plausible; y lo que detesta, lo que ve atroz, y le da miedo, lo que le provoca pánico solo de pensar que se pudiera llegar a dar. Lo que es importante señalar y conocer bien, es que las cuestiones morales es algo muy cambiante, por mucho que los dogmas digan lo contrario. Podemos hablar de un relativismo moral -no confundir con el relativismo cultural- que nos hace ver que no existe una moral universal y eterna. Todo depende del cómo y del cuándo. Del por qué y del quién. Un problema grave que tiene nuestra sociedad es que no sabe situar las cosas en su contexto. Ver los hechos de una forma aislada priva de esa coraza, ese envoltorio tan importante. Un pez es eso, un pez, mientras está en el mar, mientras que si lo sacamos fuera de su hábitat deja de serlo para convetirse en pescado. Lo mismo sucede en nuestro día a día. Hay que diferenciar el pez del pescado.


Sí, el asunto fundamental por el que escribo esto es por los escraches. Por toda la polémica generada alrededor de ellos, el ruido terrible que están produciendo en los medios de comunicación -lo que es señal inequívoca de su éxito- y por el debate surgido: ¿Son adecuados? ¿Son democráticos?. Hemos podido encontrar opiniones de todo tipo, desde la izquierda más radical que puede llegar a defender la violencia como método de extorsión, hasta la derecha más reaccionaria, en la que pongo como cabeza visible a María Dolores de Cospedal, que ha calificado esta práctica como "nazismo puro". Por supuesto siempre encontraremos opiniones más moderadas, a medio camino entre el blanco y el negro. Pero ahora intentemos hacer un ejercicio de imaginación -espero que usted que lee tenga que hacerlo y no simplemente mirar su presente-. Póngase en la situación de una persona que ha sido engañada. Que como consecuencia de este engaño ha perdido su hogar. Imagine su vida sin la seguridad de su casa. Además, de todo esto, le culpan de una situación que no ha generado, y en lugar de tenderle la mano le hacen todo más difícil. Ah, y le llaman terrorista o nazi. Cuando haya conseguido asimilar esto, siga leyendo.

Hace tiempo aprendí una enseñanza que ma parece básica para comprender lo que nos rodea. Hay hechos que a lo largo de la historia no podemos calificar como buenos o malos. El baremo que hay que utilizar es otro. Se debe usar el de lo entendible y el de lo justificable. Les pongo un ejemplo. Hoy en día nadie vería lógico quemar una iglesia, al menos nadie en su sano juicio. Sin embargo, fue una práctica habitual durante un período -malísimo- de nuestra historia. ¿Que estuvo mal? Sí, sin duda. Pero poco importa si estuvo bien o mal. Lo que realmente hay que valorar es que era entendible, perfectamente comprensible que un campesino se levantara en armas para defender lo suyo. Que estando en su situación, explotado por unos religiosos que no se representaban ni a si mismos, un pobre hombre, que se moría de hambre y veía morir a su familia, hiciera algo "malo" para una persona del año 2013. Sí, para mí es entendible.

No obstante, y volviendo al tema de los escraches, he de decir un par de cosas. Para mí hay muchas cosas que no son justificables. Para mí, no es justificable que en un escrache se llegue a la violencia, ya que no lo considero necesario para el objetivo que persigue, y además les despoja de cualquier razón. Para mí, no es justificable que desde la misma política no se dude de criminalizar a la gente que lucha por lo que es suyo, más aún cuando lucha por la inoperancia que ofrecen ellos en su cargo. Y hay cosas que aparte de no ser justificables ni entendibles, no son admisibles bajo ningún concepto. Echar más gasolina al fuego con ciertas declaraciones puede ser muy peligroso. Peligroso para los de arriba, sobre todo, que parece que no se dan cuenta de que su poder se tambalea a pasos agigantados, y que cada vez es menos la gente que agacha la cabeza o se sobresalta cada vez que alguien "mea fuera del tiesto". Cuidado.

1 comentario:

  1. Como bien dices hay que ponerse siempre en el lugar del afectado, yo personalmente no sé hasta dónde sería capaz de llegar, incluso utilizando la violencia,si algo políticamente evitable, afectara grávemente a mí y a los míos.
    SOLIDARIDAD, una palabra que solo utilizamos cuando nos toca algo de cerca.

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