sábado, 20 de octubre de 2012

90 AÑOS DE UNA PASIÓN

No acostumbro en este espacio para hablar de fútbol, ni siquiera para hablar de mi gran pasión que todo el mundo que me conozca lo más mínimo es capaz de identificar: El Hércules. Pero dado que informé que como blog periodístico la actualidad mandaba, debo y quiero hacer una excepción. Y es que hoy este histórico y querido equipo cumple 90 años de historia (oficiales) y es un día de celebración... pese a cómo están las cosas por aquí.










Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Creo que esta define muy bien lo que supone el Hércules para la ciudad de Alicante. Al igual que otros símbolos como el Castillo de Santa Bárbara, el Benacantil o la Playa del Postiguet, el Hércules (o lo que es lo mismo, el Rico Pérez) supone un punto imprescindible y reconocible de lo que es Alicante. Se encuentra en un punto intermedio entre muchos barrios, está cerca del centro, pero no es el centro, ni es ningún barrio, es simplemente un pulmón de aliento a la ciudad por lo que supone para muchos el pasar por allí ¿Territorio de nadie? Al revés, territorio de todos, de todos los que quieran que sea suyo.

De este forma, a modo de introducción, he querido explicar lo que es el Hércules para Alicante, de la misma forma que otros equipo lo són para sus ciudades. Esto daría mucho más de sí, de un reportaje a fondo de las cuestiones sociales, políticas, pasionales, deportivas y familiares que este curioso y querido equipo ha supuesto a lo largo de su ya larga vida. Y cómo para eso no hay tiempo ni medios, me centraré en la vivencia personal, que no es más que un relato más, que pretende ilustrar un poco lo que es el heculanismo.

Siempre me he considerado un afortunado. Tuve la suerte de tener un gran guía en lo que al Hércules se refiere. Y ese hombre fue mi abuelo. Quizás al tener tres hijas, que el fútbol no les llamaba mucho que digamos, el tener su primer nieto varón le supuso una motivación especial. Y me abonó nada más nacer. Gracias a él puedo decir que mis 18 años de vida, son 18 años de abonado al Hércules CF. Es por esto que cada partido que juega mi equipo, supone un recordatorio especial para mi abuelo, que es uno de esos grandes herculanos que desde el cielo empujan con orgullo a este equipo que buena falta le hace.

Tampoco voy a engañar a nadie. Los que me conocen desde siempre saben que a mí el fútbol costó que me entrara por las venas. Siempre he sido un poco cabezón, un poco de nadar a contracorriente, y dado que en mi casa ( mis padres) no me inculcaron nada futbolístico, hasta que crecí, el tema no me imporó mucho. Eso sí, si me preguntaban, siempre decía que mi equipo era el Hércules.

Sin embargo, llegó un día que esa mosca del fútbol me picó. Jamás sabré decir cuándo y por qué pasó. Solo sé que fue muy poco a poco, a base de que mis amigos cada vez hablaban más de fútbol, mi descubrimiento de la radio y los carruseles, el auge del Hércules con el ascenso a Segunda, o pura evolución, se ve que lo llevaba dentro y salió a flote. Y salió a lo bestia, llegando al punto de locura que alcanzo hoy. Locura sana, le pese a quién le pese.

Sin pretender dar ninguna pena, recuerdo lo difícil que fue para mí ser un herculano. Con 12 años, nadie en mi clase era del Hércules. Me veía rodeado de ese ya cansino Madrid-Barça. Es cierto, había simpatizantes del equipo de la ciudad... pero solo eso. Incluso me costaba encontrar gente para ir al campo a ver a mi equipo, mi padre hacía el esfuerzo a veces. Siempre me fastidiará haber ido tan poco con mi abuelo, pero cuando en mí despertó el herculanismo, él a penas podía salir de casa.

Pero tuve la suerte de que mi tío comenzaba a ir al Hércules. Y me aboné con él en Tribuna Alta. Siempre se lo agradeceré, las tres temporadas que pasamos juntos en Segunda, supuso la salvación de mi herculanismo. Y así pasaban mis temporadas, sin muchas alegrías, pero con un sentimiento de orgullo y de ilusión a prueba de balas. Todo aquel que es herculano sabe lo duro que es que cuando te pregunten de qué equipo eres, y respondes Hércules, tú interlocutor te diga: "No, pero digo de Primera". Señores de caballo de ganador, borreguiles actuales, si un día descubren lo que es el fútbol, los herculanos les esperamos para hablar de ello.

Sea como fuere, las cosas empezaron a cambiar. Ahora, quiero hablar del Hércules respecto a mis amigos. Me siento muy ogulloso de poder decir que he influido en gente a la hora de hacerse del Hércules, despertar en ellos algo que llevaban muy dentro, es más, en algunos crear ese sentimiento directamente. Hoy estoy fascinado de poder decir que tengo un grupo de amigos con los que comparto un pasión. Y jamás miraré a nadie por encima del hombro o por encima del número de abono. Para mí es un placer compartir un sentimiento con ellos. 

El Hércules me ha ayudado a conocer a mucha gente, y poder descubrir que somos más locos de los que yo me hubiese imaginado jamás. Ser del Hércules me ha permitido vivir momentos que nunca imaginé. Partidos sufridos, victorias agónicas, goles orgásmicos (sí), emociones colectivas, desplazamientos, fiestas, horas de sueño perdidas... Por eso ser del Hércules es mucho más de lo que la gente se piensa. Y por eso aporta tanto.

¿Qué es ser del Hércules para mí? Pues con todo lo anterior se lo pueden imaginar. Eh ¡Qué a veces jugamos partidos de fútbol y todo! Qué maravilla. Siempre me ha gustado la idea del hermoso perdedor. Y por eso me encanta mi equipo, no porque me guste perder, pero me gusta el romanticismo que esas historias ofrecen, mucho más dignas que otras muchas. ¿El futuro? Creo que tenemos vida de sobra porque tenemos locos suficientes para mantener esta locura. Y cómo me gusta decir: "La vida no es fútbol , pero el fútbol es vida" 

Feliz Cumpleaños, Hércules.




1 comentario:

  1. Es un artículo estupendo. Sigue así. Tu abuelo estaría muy orgulloso de tí, aunque eso tú ya lo sabes. Pero que sepas que yo, su hija la mayor, sí comparto esa afición por el Hércules al igual que tú y tu tío. Te queremos . Eres el mejor.

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