viernes, 9 de noviembre de 2012

Días de Radio


"No hay ningún medio que se parezca tanto al ritmo del corazón como la radio" Iñaki Gabilondo.

 Hoy es un día de radio. Pero no tanto como lo fue ayer. Y mañana también lo será, pero de otra forma. Porque la radio tiene muchas caras y para cada persona que la conozca tendrá su sentido especial. Incluso para aquél que la deteste y la considere inferior habrá un concepto propio de este inconfundible medio de hacer vida. Lo que voy a hacer a contuniación no es establecer un patrón común de lo que es la radio. Ni mucho menos. Solo quiero contar lo que para uno ha sido a lo largo de los años este medio de comunicación, aunque denominarla así es incompleto, ya que abarca mucho más.



El momento en que me aficioné a esto es tan indefinible y tan imposible de datar como el momento en el que me enganché al fútbol. Quizá esa sea la razón por la que esas dos cosas van tan hiladas en mi vida. Y fue a través de Carrusel Deportivo. De Paco González. De Pepe Domingo Castaño. Y de toda esa gente tan humana. Y estos "individuos" han sido tan claves en mi vida que ellos son los responsables de la facultad a la que voy a estudiar todos los días.

Sin embargo, el calado que ha podido tener la radio en mí es mucho más. Días de Radio es una película maravillosa de Woody Allen (queda recomendada para el que no la haya visto) en la que se refleja muy bien la importancia de este medio de masas en Estados Unidos en un momento concreto de su historia contemporánea. No obstante, de lo que yo quiero hablar es de algo mucho más grande. Una teoría que defienden los grandes que se han puesto delante de un micrófono es que la radio es un medio de compañía como no existe otro en el mundo. Será algo mágico, o algo totalmente científico. No lo sé. Pero ese simple hilo de sonido que llega al receptor, y que hace desperar su imaginación, no es comparable. Se crea una complicidad entre el que habla, y el que escucha. Es una función social, porque hace que la gente no se sienta sola.  Son esas tardes, noches,días de radio, en las que un simple transistor salva una persona.



Pero para finalizar, no quiero que se entiende este hermoso modo de vida como un antidepresivo. La radio tiene momentos de locura y de jolgorio. De contar cosas como solo ella puede. Narraciones históricas. Noticias impactantes. Sonidos inconfundibles, e imprescindibles. ¿El futuro? Pese a los agoreros, creo que el medio soportará los cambios. Variará el soporte, la forma de escucharla. Pero la esencia será la misma. Porque muchos la necesitamos, y porque hace una función insustituible. Viva la Radio.


No hay comentarios:

Publicar un comentario