lunes, 14 de enero de 2013

Matices sobre Dios


"Primo, ¿El niño Jesús... es el Dios?" podría haber empezado este artículo con multitud de citas de científicos, intelectuales, pensadores, escritores, artistas, cómicos o personalidades de nuestro mundo sobre la figura de Dios. Pero he aprendido que desde lo más íntimo e insignificante en la mayoría de ocasiones uno llega a ser, paradójicamente, el más universal. Esa pregunta me la hizo mi primo pequeño estas Navidades tras encontrarse en un balcón una tela que rezaba - y nunca mejor dicho - "Dios ha nacido" acompañado de una imagen del niño Jesús. Y claro, esto a un niño de seis años que sus conocimientos religiosos son limitados o nulos, le deja totalmente paralizado. "¿Entonces Jesús quién es? ¿Su hijo? ¿Y qué pasa con José?" Intenté explicarle el concepto de la Santísima Trinidad, pero desistí en el momento que, tras explicarle lo que era el Espíritu Santo, representado con una paloma, el crío se echó a reir de tal forma que acabó orinándose encima.

He de decir que pese a que no entendió absolutamente nada, prefiero esta versión mía, muy caricaturizada, a otras. Para nadie es sorpresa que antaño, religión era igual a miedo. Miedo, y esto nos debe causar sorpresa, porque la gente antigua vivía en el propio miedo, y que lograsen inculcarles más es sorprende, y vomitivo en mi opinión. Hablo de no tener nada, absolutamente nada, una miseria bestial, y a pesar de eso, dar gracias a Dios. Sin embargo, no quiero entrar a fondo en un tema tan frondoso, ya que daría para muchos a artículos, dejándolo solamente en uno el tema se quedaría muy indocumentado. Así que prefiero hablar de experiencias, como la anterior, de impresiones, de recuerdos, de detalles a primera vista no muy visibles, maticemos a Dios.

Cuando uno habla de religión lo hace con bastante conocimiento de causa. Por suerte o por desgracia, muchos años en un colegio católico dan para mucho. Probablemente si hoy pudiese observar todo aquello desde arriba, sin participar en los hechos, viéndome a mí, allí sentado, podría analizar más aspectos. Pero tengo lo que tengo, y con ello voy. Yo no conozco la vida sin esta religión católica occidental, es decir, desde que tengo conciencia sé (bueno, me contaron) que existe un Dios, con su hijo llamado Jesús, nacido de la Virgen María. Hasta ahí bien, y supongo que el resto de conocimientos vinieron a través de infumables clases de religión, misas etc. Misas. Mis recuerdon de ellas son de que a veces nos gustaban porque nos perdíamos clase, pero claro, si eran a las ocho de la mañana aguantar despierto era un premio. Y había que cantar. Pero bueno, esto es algo que con el tiempo se diluía, y conforme crecías ibas haciendo lo que te daba la gana, como hacer gestos obscenos en mitad de los cánticos. De vez en cuando tocaba confesarse. Sin duda eso era lo peor. Yo no tenía ni idea de qué contarle a aquél extraño que me esperaba en un cuarto aparte, todo envuelto en un misterio terrible, y al que yo le tenía que decir unas palabras mágicas, a modo de contraseña "Ave María purísima" a lo que él respondía "Sin pecado concebida".

Yo no tenía pecados. O no era consciente, francamente, me daba igual tenerlos. Así que me inventaba cualquier chorrada para salir del paso. Era un ejercicio de imaginación importante. Podría contar mil anécdotas, pero tampoco quiero aburrir a nadie. Una de las imágenes que tengo para siempre es al cura de siempre, dándonos la misa que no nos había dado nunca el día de nuestra orla. Soporífera, puro mitín político, vendiéndonos su bachiller, en su colegio de curas. Y la instantánea siguiente que tengo es a mí y a mis amigos sentados y mirando al horizonte mientras el resto comulgaban allí por última vez. Es gracioso, siempre he pensado que la religión me iba a acompañar de una forma u otra en mi vida. En cuanto salí de allí, comencé a escuchar la COPE. Nadie me entendía, no me pegaba. Pero bueno, ese es otro tema.

Me mojaré, aunque creo que a estas alturas todos adivinarán que no creo en Dios. Me considero agnóstico, porque no le necesito en mi vida y no sé decir si existe o no. Pero tengo un gran respeto a la religión y me explico. Un movimiento que mueve a tanta gente tiene que tener algo. Se han cometido atrocidades por este tema. Se han hecho cosas preciosas, también. Tenemos desde horribles seres humanos que han convertido la Palabra de Dios en un arma de guerra, hasta humildes y desconocidos héroes, que en nombre de Dios han ayudado desinteresadamente, y para mí si alguien ayuda, no es de recibo que nadie le pregunte el porqué. Además, creo que está claro que Dios de una forma u otra ha penetrado en nuestra sociedad. No sé si Dios nos habrá creado, pero desde luego nosotros le hemos creado a él. Y le creamos todos los días, cada vez que decimos un "Me cago en Dios" o un "Gracias a Dios". En nuestro lenguaje, y en nuestra organización estructural a base de fiestas, o algo tan simple y tan verdadero como que contamos los años desde el nacimiento de Jesús de Nazaret. 

¿El futuro de la religión? Pues deberá seguir el que sus seguidores quieran que sea. Ojalá algún día acabe ese proceso político-religioso que tantos males provocó y que pese a la separación Iglesia-Estado actual hoy pervive a modo de vicio en los altos dirigentes. Las iglesias se vacían, ya no hay miedo. Volvemos a tiempos malos, pero ahora ya es muy difícil asustar a nadie. Y con ciertos mensajes que se envían desde los altos mandos, lo único que se consigue es perder adeptos. Si yo fuera responsable de comunicación de la Conferencia Episcopal, impediría a más de uno salir en los medios. Me iría a los barrios, a los suburbios, y acercaría a la gente a esa gente que basa su vida en Dios, haciendo el bien. A la que da comida a su alumno que no tiene casi nada, la que enseña en el colegio y se queda toda la tarde ayudando a chavales a tocar la flauta. Con esa Iglesia, otro gallo cantaría.

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