viernes, 18 de enero de 2013

Anatomía de un instante

Anatomía de un instante es una novela de Javier Cercas, de la que no voy a hablar. No voy a hablar de ella porque no la he leído, basicamente. Pero con permiso voy a tomarle prestado el título de su obra a este laureado escritor español, porque me viene al pelo. Si algo he aprendido de otro gran escritor - y periodista, ojo - español, llamado Juan José Millás, es que hay novelas, libros, o artículos "que forman parte de un plan, y otros que se cruzan violentamente en tu existencia". Como se podrán imaginar, este artículo me arrolló sin miramientos. Y lo hizo en clase, a una hora intempestiva, en la que yo no esperaba inspiraciones o golpes emocionales así. Imagínenselo, tuve que empezar a apuntar cosas como un loco. Fue en clase de Antropología Social, en concreto nos encontrábamos despedazando - despedazando totalmente - el cuento infantil Caperucita Roja. Digamos que lo pusimos patas arriba, lo analizamos por completo, buscamos significados, intentamos buscar hasta el porqué del gorro rojo. Esta clase me abrió los ojos, pero aún no diré por qué. Antes contaré unas historias.

Así, en mitad de la clase, se me vino a la cabeza un hombre, bueno, todo un maestro: Jorge Luis Borges. Para aquél que no le haya leído, este escritor argentino es todo un universo, una filosofía. En el momento en el que nos encontrábamos dando distintas versiones de lo que era Caperucita Roja, yo me acordé de algo que le había leído a él. Fue en su libro Historia de la eternidad, y en concreto recordé su especial admiración e investigación por esa obra tan famosa y conocida por todos como es Las mil y una noches. En ese despertar mañanero en el que me encontraba visualicé perfectamente a los traductores de esta obra, de los que Borges hablaba en su libro. Pongo en antecedentes. Como tantas otras, Las mil y una noches, ha sido traducida en más de una ocasión, y esto hace muchos años significaba cambiar interpretaciones, censurar cosas, o añadir otras. Borges nos lo cuenta. 


Por un lado tenemos al Capitán Burton, al que se le debe la primera traducción integral al inglés de esta obra, y que contenía matices eróticos. Por otra parte, encontramos al doctor Mardrus, es el que realiza la traducción del árabe inicial al francés, y se le reconoce como el traductor más veraz, eliminando la censura anterior llevada acabo por cuestiones morales."Mardrus aumenta la parte humana, es decir, la pasión, los refinamientos, el dolor" (...) "Sus noches son todo un mundo, son todo el Oriente, con sus fantasías exhuberantes..." Y por último la de Enno Littmann, cuya traducción es de una franqueza total. No lo retraen las obsecenidades más inefables. No omite una palabra. Estos son los principales, pero podemos encontrar una anterior en francés de Antoine Galland, texto expurgado de adulterios y hechos de sangre. Ah, ¿Qué no se sitúan en lo que les quiero comunicar? Esperen.

"A Borges le fascinaba comparar las diferentes traducciones del libro y descubrir cómo los traductores habían añadido o quitado a su antojo"

Una de las formas que tiene de contar las cosas Millás es a través de los articuentos. Este escritor se vale de todo para retratar la realidad, de cualquier aspecto de su vida, de lo que vea o de lo que oiga. Se puede comprobar en su libro El Mundo, del que hablaré más adelante, en un artículo propio. Pero cuenta su vida, simplemente eso, pero de una forma única, ¿Novelizada? Puede, pero no todo el mundo es capaz de ser consciente de ciertas cosas, él sí. Saben, creo que lo que hace Millás no dista en absoluto de lo de Borges, o de mi clase de Antropología. Ya sea desde el punto de vista de un escritor o de un periodista, el objetivo es contar, es explicar, es hacer ver al otro, lo que solamente tú puedes ver. Y que a nadie le sorprenda, porque siempre ha sido así. El mundo ha necesito de parábolas, cuentos, fábulas para seguir adelante, para poder comprender. Y se ha necesito gente que los cuente, y claro, no es lo mismo que te lo contara Aristóteles, que un juglar, que te lo contara Borges, o Millás. He puesto el ejemplo de Las mil y una noches porque me parece clave, ya que pocas obras han tenido tanta trascendencia en nuestra historia, sin embargo, investigando nos econtramos ejemplares totalmente diferentes. Igual que con Caperucita. He aquí la importancia del escritor, del periodista, del contador de historias al fin y al cabo.

Anatomía de un instante. Volvemos al principio, que es el final. Mi instante, ese momente de lúcida revelación. No voy a engañar a nadie, en ese momento aprendí algo mucho más importante que lo que se puede deducir hasta ahora. Podría decir que he aprendido lo importante que es para un periodista el plantearse todo, el buscar respuestas, el estar atento incluso al vuelo de una mosca, la responsabilidad que adquiere en el devenir de la sociedad. Pero no, yo esto ya lo sabía y simplemente lo comprobé en ese instante. Instante. Les pondré las palabras de un hombre que ha sido noticia esta semana -yo esto no lo tenía planeado, lo prometo- y que explica a la perfección lo que sentí yo, se trata del nuevo entrenador del Bayern de Munich, Pep Guardiola: 
"Quiero mi oficio, tengo pasión por mi oficio, creedme, lo adoro" (...) "Al final, todo se reduce a instantes, en cada una de nuestras profesiones, de nuestros oficios, todo acaba en un instante" (...) "Llega un momento fantástico, que da sentido a mi profesión".

 
Con estas palabras el técnico catalán explicaba que él era entrenador por ese momento, el suyo particular, en el que encerrándose en su despacho del Camp Nou, recibía una inspiración, y sabía cómo ganar el partido. Yo descubrí el mío. Tras muchos artículos en los que tuve que repensar mil cosas, tuve la revelación. Y ese momento es impresionante para cualquiera que escriba, se me vino este artículo de arriba a abajo. Comprendí que por ese momento, por ese instante, esto merecía la pena. Esta es la anatomía de un instante.

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