domingo, 30 de junio de 2013

¿Por qué nos cae bien Michael Corleone?

He de confesar que he dudado de titular este artículo de otra forma, hubiera sido así: ¿Por qué nos cae bien Vito Corleone? El contenido no habría cambiado ni un ápice de lo que va a ser, pero es posible que hubiese sido más justo debido a que gran parte de mi inspiración ha venido de este artículo de Jot Down: Mueve los hilos, Padrino http://www.jotdown.es/2012/07/mueve-lo-hilos-padrino/
Les explico, aquí nos cuentan los factores que inciden en el espectador para que se vea totalmente atrapado por la figura que interpretado el genial Marlon Brando. El primero es el pasado infantil de Vito, que nos traslada un pobre crio que ha perdido su familia a manos de la mafia, y que se ha tenido que hacer a sí mismo. El segundo es su deseo de ver el crimen solo como un paso necesario para llegar a una legalidad que aporte estabilidad y seguridad a los suyos, no es una persona violenta. El tercero, su espíritu de Robin Hood al combatir el poder con su propio poder, de estar al margen de la injusta estructura social.

Así, y ya que es su hijo, Michael Corleone, el que recoge su legado y es el verdadero protagonista de toda la saga, y no de una saga cualquiera, sino de la más importante de la historia del cine, he querido personificar en él ese sentimiento tan común y de compleja explicación para cualquier espectador. ¿Por qué nos atraen estas figuras en el cine? ¿Por qué, en nuestra vida fuera de la ficción, condenamos una y otra vez a cualquiera que se salga mínimamente de la legalidad, de lo que consideramos el bien? ¿Tenemos una moral para la ficción y otra para la realidad? ¿En qué medida nuestra concepción de la realidad y de la fantasía se ven confundidas?



Lo primero que hay que tener claro es que El Padrino es algo más que una peli de mafiosos. Tener esa concepción sería simplificar la obra hasta el extremo, un fallo a la altura de pensar que el fútbol es solo lo que ocurre en el terreno de juego. En una historia como esta encontramos un retrato de la America de la época, de los valores familiares y sociales así como de los negocios y empresas que hacían de la mafia algo a tener en cuenta. Debemos situar, en este caso a Michael Corleone, en este contexto tan determinado. Creo que uno de los factores que nos hacen tenerle un cierto aprecio es el pasado, al igual que nos pasa con su padre. Aunque no son iguales las circunstancias, sí nos encontramos ante una tesitura parecida. Ambos acceden a este mundo para "salvar" a su familia. Lo pongo entre comillas ya que al final el remedio acaba siendo peor que la enfermedad. Pero a nadie le puede caber la duda de que ambos buscan lo mejor para los suyos, teniendo en cuenta lo que era "lo mejor" para una familia italoamericana. Michael nos gusta porque le hemos conocido siendo un joven soñador e idealista que además era patriota y se alistaba en el ejército para combatir el régimen nazi.



El segundo factor creo que es el miedo. Cuando vemos los tres padrinos nos queda esa pregunta en la cabeza ¿Y qué hubiese hecho yo si intentan matar a mi padre? Unos dirán que lo de Michael no tiene perdón, que el fin no justifica los medios, otros que podría haber cortado más de raíz el asunto, que no era necesario todo lo que vemos en la seguna película, incluso podrá haber alguien que diga que hubiese hecho exactamente lo mismo, pero la opinión poco importa, al final y al cabo es un mafioso y todos hemos de tener claro que lo que hace no es lo correcto. Lo que nos aterra es la posibilidad de vernos en su situación, entre la espada  y la pared, entre nuestros valores y la supervivencia de los nuestros. Esto nos hace mirar hacia otro lado, hacer como que ha sido un accidente.

El tercer factor, es la lástima. Michael Corleone nos da pena. Siempre he mantenido que la trilogía es la historia del ascenso y de la caída del personaje que interpreta Al Pacino. Y su descenso nos afecta porque le hemos vista pasarlas canutas, y también le hemos visto ganar, ganar mucho. Se nos ha detallado la perversión de su alma hasta el abandono más absoluto de su humanidad, hasta el punto de encerrarse en su búnker atrapado por lo que cree que es su destino, por sus anticuadas ideas que le han destrozado la vida. Le hemos visto fracasar.

Hay un cuarto factor, por qué no decirlo. Y es que nos atrae lo prohibido desde la manzana de Adán y Eva. Por eso nos pone tanto que se muestra sin tapujos una organización criminal, y no por encima precisamente. Se nos pone delante de nuestras narices las entrañas de una estructura de asesinos, todo el entramado jerarquizado. Y nos gusta verlo, lo vemos como el que mira algo a través de una mirilla o subido a un árbol. Lo peor de todo y lo que más nos aterra/gusta: A veces nos sentimos identificados. A ese tipo que hemos visto asesinar a sangre fría en la escena anterior, ahora le vemos preparar unas albóndigas. ¿Qué sucede? Que nos recuerda a nosotros mismos, o a nuestro padre, madre, tío o abuelo. Directores del estilo de Francis Ford Coppola juegan con nuestro subconsciente. Plantean elementos cotidianos en medio de otros que para nada lo son. Armas y comida juegan un papel fundamental, pero no solo esos, también encontramos fiestas, bailes y otros eventos sociales.



Esta técnica no solo la encontramos en el Padrino, afortunadamente otros directores han decidido no presentar a la mafia como un ente aislado, sino como un elementos social más. Me viene a la cabeza Tarantino, y su Pulp Fiction. A pesar de ser una película totalmente opuesta a El Padrino encontramos similitudes a la hora de normalizar a los criminales. Es por cualquier cinéfilo recordada la escena en la que Vicent y Jules comentan cómo se llama en Francia al Cuarto de libra con queso. También preguntan a la gente a la que van a asesinar de dónde es la hamburguesa que tienen en la mesa, y comentan de una forma filosófica qué animales merecen la pena ser comidos y cuáles no. La comida como elemento normalizador. Daría para otro artículo, no quiero salirme de este. Pero sin duda es clave en un proceso en el que el cine nos quiere quitar miedos y regalarnos otros. Sacar a la luz nuestros complejos y dudas morales, y nos pone en la situación de sentir pena por un asesino, un jefe de la mafia. A pesar de esto, nos cae bien Michael Corleone.

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