sábado, 2 de diciembre de 2017

Cinema Paradiso y por qué inventamos la realidad

¿Por qué nos emocionamos tanto en la escena final de Cinema Paradiso? ¿Por qué da igual que sea la primera o quinta que ves ese fragmento? ¿Por qué el llanto es incontrolable? Creo que es la pregunta que nos hacíamos todos tras la proyección de esta película de Tornatore en Cinemascopazo. Por cierto, aprovecho estas líneas para reivindicar este espacio de cultura, diversión y divulgación. Ojalá continúe mucho tiempo.

Sí, voy a contar la escena final de Cinema Paradiso. Spoiler a continuación...



La escena final de Cinema Paradiso es la recopilación de todos los besos que en pantalla un día fueron censurados. El desaparecido Alfredo se lo deja como último regalo a Totó, protagonista de esta historia. Su emoción en pantalla al recordar su infancia es la misma que siente cualquier espectador con un mínimo de empatía. La  pregunta que acabo de plantear es muy complicada de resolver. De hecho, puede que no tenga respuesta o que tenga demasiadas. Quizás haya una muy simple y es que somos muy sensiblones. No es descartable. Sin embargo, no me he querido quedar ahí porque no se puede resolver un interrogante complejo con uno tan sencillo. Sería banalizar nuestra emoción.

No sé muy bien por qué pero me he acordado de una cosa que dijo Ignatius Farray en La Vida Moderna. Lo que contó fue que el beso en la boca, tal y como lo conocemos hoy en día, es un invento del cine. No tengo claro que sea exactamente tal y como él lo cuenta, pero tampoco va muy desencaminado. Es evidente que antes del cine mucha gente se besaría en la boca. Eso sí, y aquí tiene toda la razón Ignatius: el cine y el arte en generaltienen mucho que ver en que se socializara y popularizara el beso en la boca. Pasa de ser algo privado y lascivo a una imagen que las personas quieren imitar porque la ven en práctica en la pantalla grande. Por eso tiene sentido que el cura de Cinema Paradiso (y casi todos los curas del mundo) censuraran esas partes de la película. El cine fue un arma básica para conseguir que seavanzara en la revolución sexual.



Me vuelvo a hacer una pregunta: ¿si el cine inventa en cierta medida el beso como algo romántico, el cine inventa la realidad? ¿La inventamos nosotros a partir de lo que vemos? Y es aquí donde me surge otra frase que me parece básica para entender el amor. Es de David Foster Wallace: Todas las historias de amor son historias de fantasmas. Creo que esta afirmación es real porque todos inventamos el enamoramiento y la realidad. Todos nos formamos una idea en la cabeza de la otra persona que, de inicio, nunca se asemeja a la verdad. Son historias de fantasmas porque son historias de personas que no son reales del todo, sino que son personas que nosotros fabricamos a nuestra medida.


¿Por qué nos emocionamos tanto en la escena final de Cinema Paradiso? Quizás la respuesta a esta pregunta está en otra pregunta. Puede que esa pregunta fuese algo así como: ¿por qué tenemos la necesidad de inventar el enamoramiento, a las personas de la que nos enamoramos y a las distintas formas como el beso en la boca? No tengo respuesta a esta pregunta pero sí creo que todo esto tiene que ver con el final de Cinema Paradiso. Que en aquellos años nos robaran los besos era como que nos robaran una parte de nosotros. La parte de la imaginación, de la ensoñación, de la construcción de nuestros esquemas sociales. De nuestra capacidad de inventar la realidad. Entonces, ver uno tras otro todos los besos que han sido robados, ahora recuperados, es un subidón: de nuevo, nos vemos con las armas para seguir fabricando nuestra propia realidad. 

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