viernes, 28 de diciembre de 2012

Cuando España no hizo caso a Einstein

España, España, Españ...,Espa...¿Espaqué? ¿Qué es España? Pueden contestar después de la publicidad, tranquilos. No, en serio, nunca les haría contestar a esa pregunta. Probablemente la respuesta de todos, una vez pensada y repensada, estaría muy politizada y no busco eso. Bueno, eso en el caso de no toparme con algún lumbreras que me diga que es un País. Aunque quizá algo malinterpretada por los medios, ya que en ningún momento ese era el contexto ni de la pregunta ni de la respuesta, me gustó lo que dijo Susaeta, vasco e internacional con la Selección Española: España es una cosa. Y pese a todos los patriotas ofendidos, nadie me puede negar que España es una cosa. Con toda la ambigüedad del término. Se lo explico. Uno acude a una manifestación hoy en día en España, en la que se protesta una cosa en común, como pueden ser los recortes ¿no? Pues bien, uno se encuentra: Banderas de UGT, de CCOO, de la CNT, del PCE, del PSOE, de IU, banderas republicanas, banderas esteladas e incluso banderas gays. Ah, y de Grecia.La imagen impacta, háganme caso. No pretendo realizar un análisis exhauestivo de lo que es y de lo que no es España, pero sí comentar ciertas actitudes que he podido observar a lo largo de los años.

Saben, el hecho de escribir algo del estilo de lo que estoy haciendo yo probablemente sea uno de los mayores vicios y actitudes negativas de los españoles. España, personificándola, en ocasiones me recuerda a un personaje de Woody Allen. Sí, calicaría a España como woodyallenista. Y es que comparte con él esa actitud enfermiza y constante de plantearse todo, pero sobre todo, de creerse enferma siempre. De ser una persona de carne y hueso, España se pasaría el día en el psicoanalista pensando en su muerte, en lo poco que le queda, o que, irremediablemente, algún día tendrá que morir. Es curioso porque uno de estos personajes que Woody Allen creó con maestría, encuentra su solución en el catolicisimo, algo que España ya hizo hace siglos, puede que para no hacerse más preguntas. Me acuerdo de Hugh Grant. Cuando le preguntaron, tras ser encontrado en un escándolo sexual, si iba a acudir al psiconalista, declaró brillantemente que no, que por su condición de inglés, él lo que haría sería leer novelas. ¿Hacen falta en España más novelas?

España, además de ser una cosa, y recordarme a personajes de Woody Allen, también me recuerda a un fracasado en el amor (Es probable que una vez terminar de leer esto, piensen que el que tiene un problema soy yo). Sí, les explicaré el asunto. Me recuerda a ese personaje tan real, como ficcionado en miles de ocasiones, que se toma de frente con su dura condición de soledad, que por más que lo intenta pierda a la chica que desea. Pero el problema no está en que fracase, si no en que no sabe qué ha hecho mal. Y una vez le dejan, se queda despechado, creyendo que el mundo le ha dado la espalda y sin aceptar sus errores. Por lo tanto, los vuelve a cometer una y otra vez.  España es una cosa woodyallenista que lleva repitiendo los mismas meteduras de pata 200 años, siendo amables. No obstante, no voy a enumerar los problemas de España.

Sin embargo, voy a poner un ejemplo. El anuncio de Campofrío. En primera instancia nos puede parecer conmovedor, motivador e incluso gracioso (esto si ponemos el listón bajo, en mi opinión). Pero siempre podemos reflexionar un poquito. A mí me hizo reflexionar un artículo de eldiario.es que se llama:  "La España de Campofrío nos hundirá en la miseria". Pueden leerlo si lo desean, de lo contrario les resumiré lo que dice en una frase: "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Se lo resume Albert Einstein, mejor dicho. España lleva toda su existencia presumiendo de cosas muy abstractas, o en su defecto, de cosas mal planteadas desde siempre, porque según yo veo las cosas, poco importa las lenguas cooficiales que den valor al Estado si son tratadas del modo en el que se han tratado últimamente. Eso por no hablar de educación, sanidad, política, cultura etc. Es por esto por lo que no avanza España, porque siempre ha hecho lo mismo. Mirar atrás, sentirse orgullosa de sí misma sin mérito para ello,  y pensar que los demás le tienen envídia. Así estamos, cuando España no hizo caso a Einstein.

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